Un dinosaurio descubierto en Chile tenía una cola como un garrote
En un estudio publicado el miércoles en Nature, investigadores chilenos anunciaron el descubrimiento de una nueva especie de anquilosaurio, una familia de dinosaurios conocida por su pesada armadura, procedente de Chile subantártico. El animal, al que llamaron Stegouros elengassen, ofrece nuevas pistas sobre la procedencia de estos dinosaurios que parecen tanques, y presenta una extraña cola ósea con la forma de un garrote parecido al empuñado por los guerreros aztecas.
“Carece de la mayoría de los rasgos que esperaríamos de un anquilosaurio y tiene un arma de cola completamente diferente”, dijo Alexander Vargas, profesor de la Universidad de Chile y coautor del estudio.
Una gran y variada colección de anquilosaurios vagaba por Laurasia, el supercontinente septentrional que antaño contenía América del Norte y Asia. Incluso en un grupo de animales famoso por su inventiva en la defensa, la familia de los anquilosaurios destaca. Al separarse de sus parientes más cercanos, los estegosaurios, a mediados del Jurásico, los anquilosaurios desarrollaron pieles cubiertas de depósitos óseos llamados osteodermos, que formaban entramados de armaduras capaces de romper dientes. Las especies más famosas desarrollaron garrotes en la cola que rompían canillas como las mazas de los guerreros antiguos.
Pero sus parientes del continente meridional de Gondwana —la actual Sudamérica y la Antártida— han sido menos estudiados, dice Vargas. Dado que se cree que estos incluyen los primeros miembros del grupo, los orígenes y la evolución temprana de la familia han sido un misterio duradero.
En febrero de 2018, un equipo de paleontólogos de la Universidad de Texas tropezó con un conjunto de huesos en el frígido y ventoso valle del río Las Chinas, en el extremo sur de Chile. A pesar de su naturaleza inhóspita, el lugar es un símbolo para los paleontólogos: Vargas ha pasado la última década trabajando allí con investigadores como Marcelo Leppe, del Instituto Antártico Chileno, datando rocas y buscando zonas clave para hallar fósiles.
Solo quedaban cinco días de la temporada de campo cuando los paleontólogos de Texas alertaron a Vargas y Leppe del hallazgo. Trabajando de noche y con mucho frío, transportaron el bloque de fósiles cuesta abajo hasta el campamento. Una persona sufrió un esguince de tobillo y otra se rompió una costilla. Muchas personas estuvieron a punto de sufrir hipotermia.