En los últimos años se ha hecho evidente un fenómeno que muchas personas describen como un cambio drástico en la conducta masculina: cada vez más hombres adoptan actitudes que antes se consideraban poco responsables, emocionalmente inmaduras o excesivamente demandantes. En redes sociales, este comportamiento ya tiene un nombre: “los hombres están de princesos”.

La expresión surge para describir a aquellos hombres que exigen atención constante, dramatizan situaciones simples, evitan asumir compromisos reales y esperan ser complacidos sin mostrar el mismo nivel de reciprocidad. Para muchos, es un reflejo de una generación que ha normalizado la comodidad, la falta de esfuerzo y la inversión mínima en relaciones y responsabilidades.

Este fenómeno no se trata de sensibilidad masculina la cual es positiva y necesaria sino de una actitud donde algunos hombres prefieren ser atendidos en lugar de atender, recibir en lugar de dar, y demandar en lugar de construir. Un comportamiento que, para muchas mujeres, se traduce en relaciones desgastantes, poco estables y emocionalmente agotadoras.

Quienes critican esta tendencia afirman que el problema no es que los hombres expresen emociones, sino que han empezado a comportarse como si todo girara en torno a ellos. “Quieren la corona sin el esfuerzo, el trato especial sin la responsabilidad y el pedestal sin mérito”, señalan algunos usuarios en redes.

Mientras tanto, otros defienden que esta actitud es consecuencia de una sociedad que ha flexibilizado los roles tradicionales, permitiendo que cada persona sea más libre en su expresión. Sin embargo, lo que genera debate es el desequilibrio: cuando un hombre exige trato preferencial pero no está dispuesto a ofrecer lo mismo a cambio.

La discusión continúa, pero la frase se volvió tendencia por una razón: muchas personas están sintiendo que, en el juego moderno de las relaciones, a algunos hombres les gusta el papel… siempre y cuando sea el de princesos.